13 diciembre 2008

No suelo perder las cosas con facilidad. Seré sumamente desorganizada y probablemente no sé exactamente el lugar en el que se encuentran, pero sé que están ahí. Al menos que éstas se encuentren en mi carro. He llegado a la conclusión de que en mi carro existe un agujero negro que traslada objetos a otra dimensión. Es la tercera ocasión (y como su número indica 'la vencida') que pierdo algo dentro de mi carro. La primera vez fue un boleto de estacionamiento, ¡y no estoy loca! Mi hermana y yo vimos con nuestros ojos tapatíos que algún día se ha de comer la tierra, cómo el boleto cayó justo junto a un tapete e instantes después, éste había desaparecido. Lo buscamos de manera minuciosa hasta remover tapetes, levantar asientos, hurgar en la guantera, y bueno hasta en la cajuela terminé. Después de mi desesperada -y poco efectiva- intervención tuve que pagar mis respectivos $75.00 pesos para que me dejaran salir. Já.

La segunda desaparición fue un perfume. Creo que soy de las pocas mujeres que no utiliza su vehículo como clóset. Lo más femenino se puede observar, es una crema para manos, porque éstas tienden a la resequedad, pero de ahí en más en la cajuela siempre llevo una casa de campaña, un gato, llanta de refacción, una caja de herramientas, un compresor, quiensabecuántas botellas vacías (que contenían agua) y demás basura inútil. El perfume lo llevaba en una ocasión para algún evento que ya no recuerdo, lo dejé en mi carro después de llegar al lugar y no volví a saber más de él. Al día siguiente que pretendía sacarlo ya no estaba ahí. Así. Sólo ya no estaba y más resignada que confundida, llegué a la conclusión de que no volvería.

La última de las desapariciones ocurrió el miércoles. ¡AY!, ¡la quiero de regreso! Dirigíame yo al ITESO, preparándome emocionalmente para ver un maratón de LOTR con las tres películas en sus respectivas versiones extendidas, ya había cruzado el ingreso cuando recibí un mensaje. Mi celular siempre iba bien protegido del mal de ojo en una funda de la que pendía una de mis más recientes adquisiciones: una memoria USB. Insisto: ¡AY!, ¡la quiero de regreso! Bueno, después de que revisara el mensaje, boté la funda con todo y memoria al asiento del copiloto, con la firme convicción de recuperarla en cuanto me estacionara. Al estacionarme, me distraje con mis compañeritos felices que andaban con su algarabía como todos los días. Así que presurosa me bajé del carro, abandonando ahí, mis artilugios. Después de unas 13 horas de ver la relación semi-homosexual entre Frodo y Sam, dispúseme a regresar a mi carro para retirarme a mi casa. Al notar que mi celular encontrábase desprotegido, intenté recuperar su poco elegante, pero efectivo cubrenalgas cuando... ¡OH! ¡Había dsaparecido el kit mágico! ¿A dónde cabrones podría haberse ido un objeto inanimado dentro de otro objeto inanimado que NO se movió y nadie perturbó? ¡CARAJO!

Así es como llegué a la terrible conclusión de que la agencia Seat incluye un agujero negro en sus vehículos, trasladando estos objetos a una dimensión más divertida. Espero fervientemente que el hoyo negro también me atrape a mí, un buen día de éstos.




Currently listening:
Ennio Morricone ~ Miserere.

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